Los conflictos de pareja, al igual que otros comportamientos, tienen unos factores antecedentes, factores precipitantes y otros factores de mantenimiento. Analizándolos podemos detectar como las falsas expectativas, las diferencias personales, la excesiva dependencia por parte de uno de los miembros de la pareja, la baja autoestima de uno de ellos, no ejercer las adecuadas habilidades de comunicación, la falta de tiempo libre, las dificultades en el ámbito de la sexualidad, la lucha de roles, algún tipo de patología personal, quizás una infidelidad ya veces la excesiva injerencia de los familiares cercanos, y también la falta de empatía o la adhesión a unos patrones cognitivos que no se cuestionan, dificultan todos ellos la interacción adecuada y pueden dificultar e incluso romper la relación. La implantación y / o el aumento de las habilidades adecuadas así como la eliminación de los factores negativos y de las estrategias poco oportunas, pueden mejorar sensiblemente la vida en pareja, ganando en estabilidad y bienestar.
Cuando la continuidad de la vida en pareja no parece posible o uno de los dos componentes está decidido a separarse la terapia puede ayudar a arbitrar la separación de forma que sea lo menos traumática posible y si hay hijos ayudar a ejercer aquellas pautas que los perjudiquen menos y sean más adaptativas.