El mantenimiento de una buena integración y relación sociales es garantía de salud mental. En consecuencia, cuando las relaciones con los demás son habitualmente problemáticas, insatisfactorias, hay que pensar la probabilidad de que tampoco sea satisfactoria la salud mental.

Simplificando, los problemas en las relaciones sociales suelen ser de dos tipos. Por un lado, ausencia de relaciones, retraimiento intenso, timidez exagerada, etc. Por otro, conflictividad frecuente, reacciones agresivas, dificultades para hacerse cargo de los sentimientos de los demás, etc. Estos problemas de relación casi siempre van acompañados de alteraciones del estado de ánimo y de unas escasas habilidades sociales. En su trasfondo pueden existir muy diferentes motivos, desde una vergüenza patológica hasta un trastorno del espectro autista (TEA), pasando por episodios depresivos, fobias sociales, respuesta a situaciones de acoso (mobbing) o un trastorno de conducta (comportamiento asocial).